Guiness Taste: I need one more...
Y llueve. Mucho. Dublín nos dió un día de tregua, pero la lluvia en el frío norte de Europa es complicada de evitar en marzo. Aún así, y deseosos de conocer más la capital de Irlanda[1], salimos a la calle pertrechados con nuestro paraguas[2] y nos dirigimos hacia St Stephen’s Green, un parque en medio de la ciudad. En el camino, además de calarnos hasta los huesos, pudimos ver...
| La cantidad de tiendas que se agolpan en Grafton Street, calle peatonal y de compras[3] por excelencia del centro de Dublín. Lástima del clima, seguro que esta calle está siempre llena de vida y consumidores. |
¡Gracias por el aviso! |
Cuando llegamos finalmente a St. Stephen’s Green nos refugiamos en el famoso centro comercial anexo al parque: necesitabamos secarnos, tomar algo caliente y esperar a que escampara. Así lo hicimos y, un par de horas después, salimos de nuevo a la intemperie con fuerzas renovadas. La lluvia era ligera, así que realizamos una pasada por St. Stephen’s Green, su arco (abajo), su lago (más abajo) y sus patos (aún más abajo).
Nuestra siguiente objetivo era Merrion Street, donde se agolpan los museos más importantes de Dublín. En el camino descubrimos la tercerca manía de los dublineses: pintan las puertas de las casa de diferentes colores. Este hecho, a primera vista desconcertante, esconde una maravillosa razón de ser: es sábado por la noche y los tajados dublineses se disponen a volver a casa. El cuerpo, en piloto automático, es capaz de llevarles hasta su calle sin el más mínimo problema pero... ¿cuál es mi casa? ¡Fácil! Sólo tienes que recordar el color de tu puerta, algo mucho más sencillo que un número ya que la memoria humana es visual. Además, una difuminada puerta de color definido es mucho más fácil de identificar que un condenado y minúsculo número (sobre todo en el estado de embriaguez de nuestros amigos dublineses).
Una vez en Merrion Street tuvimos tiempo de entrar en dos museos: el Natural History Museum y la National Gallery of Ireland (gratuito). El primero está ahora mismo cerrado por obras y en él se agopan miles de animales (destacar sobre todo la sección de insectos y de animales marinos). El segundo, está dedicado a grandes maestros de la pintura, desde el siglo XIV hasta nuestros días. Al ser un museo de tamaño moderado, puede verse totalmente sin acabar corriendo.
El regreso al hotel, por la rivera del río Liffey, da por concluido el contenido cultural del viaje y nos permite responder a la pregunta ¿fue provechoso el Dublin Pass? En nuestro caso, por desgracia, no ahorramos nada (eso sí, tampoco perdimos) por culpa de los horarios: los museos y muchas atracciones cierran pronto todos los días y abren tarde los domingos. Mi consejo: si visitas Dublín entre semana echadle un vistazo al Dublín Pass, si lo haces durante el fin de semana no te lo plantees.
Al caer el Sol los destinos de los integrandes del grupo se separaron: Valeria y David prefirieron tener un rato de relajación en el cine de la calle O’Connell, mientras que yo, hambriento a la par que sediento, enfilé hacia Temple Bar. Disfruté de una pinta en el propio Temple Bar, el cual estaba repleto de españoles viendo un partido de la Liga[4].
Para cenar me desplacé a otro típico pub irlandes: The Porterhouse. Este pub, además de tener cuatro pisos y un ambiente increible, produce sus propias cervezas: no esperéis encontrar Guinness en sus grifos. A cambio, la cerveza negra que nos ofrecen es Plain Porter. Los platos, por desgracia, son un poco más caros que en otros sitios, unos 12 €. Beer-consejo: para resolver cualquier duda sobre un local en Dublín, nada mejor que visitar este enlace.
La película estaba a punto de terminar, así que dejé mi sitio junto a la barra y me dirigí al punto de encuentro[5]. Y fue aquí cuando descubrí que los dublineses tienen una cuarta manía, aunque aún no tengo claro si es que... a) Les encanta dormirla de pie en la calle. b) Tienen predilección por beber por los pies cuando cae el Sol. |
Las últimas pintas en Dublín nos las tomamos en O’Neills, justo en frente del hotel. Beer-consejo: pedid dos o más pintas por persona antes de las 23:00 (D) / 23:30 (L-J) / 00:30 (V y S). Los locales cierran media hora/una hora más tarde, pero las barras a esas horas dejan de servir cerveza.
Al día siguiente, madrugón mediante, regresamos a Tenerife sin contratiempos y con la lección bien aprendida:
Día 2 (03/03/07) | DUBLÍN |
[1] Traducción: haciendo tiempo hasta que los pubs abrieran y así evitar que lo nuestro se considere un problema.
[2] Mucha otra gente tuvo la misma idea pero no tan buena suerte: a lo largo del día vimos más de una decena de destrozados paraguas esparcidos por las calles de Dublín.
[3] En esta ocasión reconoceréis la mayoría de las tiendas, no como en la exclusiva Henry Street. Y sí, hay un Starbucks.
[4] Esto confirma, más allá de cualquier duda, que somos una plaga. Pero eh, de las buenas.
[5] Seguro que vosotros, mis fieles lectores, ya sabéis que me estoy refiriendo al Spire of Dublin.
3 comentarios:
Que viva la Molly! Y la Guiness!! Y los paraguas rotos!! jajaja, genial viaje ;) la pasamos genial! Oye pero que no falta la foto de ti en cunclillas en la esquina de la habitacion donde parece que estas haciendo tus necesidades? jajaja
jajaja, bueno, ahora que soy un persona ¿seria? y ¿responsable? hay ciertas cosas que mejor que no vean la luz ;-D
¡A ver cuando podemos hacernos otro viaje de estos, sea a donde sea!
si!!! otro viaje otro viaje! oye tu y tu pequeña me tienen que ir a visitar a Mexico eh!! ;)
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