4/2/12

ÁVILA (CINEMA5)

CINEMA 5
13 - 17 de mayo 2011, Ávila

Una nueva edición de CINEMA abre sus puertas. Hoy visitaremos Ávila, ciudad de yemas, murallas y santos. Carol y yo llegamos a la estación de autobuses tras hora y media de viaje desde Madrid (18€ i+v). La estación está un poco apartada del recinto amurallado, donde estaba el hotel, pero en escasa media hora ya habíamos localizado el Hostal Bellas. Wifi gratuita, la Plaza del Mercado Chico a 3 minutos y las murallas a otros tantos. ¡Poneros cómodos, qué empieza la visita!

Las Murallas

Las murallas son el símbolo de Ávila[1] y rodean todo el casco antiguo desde el siglo XI. La visita (4€, 2.5€ para estudiantes) se realiza en dos tramos no comunicados. Al primero, corto y con vistas a la Plaza de Santa Teresa (también conocida como del Mercado Grande), se accede desde la Plaza del Alcázar.
Adorando al cochino de piedra[2] en la Plaza del Alcázar. Los verracos son monumentos prehistóricos con forma de animal, típicos de esta zona de la Meseta. Un edificio administrativo es visible a la derecha, mientras que la muralla flanquea, poderosa, el resto de la plaza.


Vista de la Catedral del Salvador desde las murallas. La característica más notable de la catedral es el cimorro, a la vez ábside y muralla, más típico de una fortificación que de un edificio religioso.


El segundo tramo, que nos lleva desde la Puerta de la Harina (entrada en la oficina de turismo) hasta la Puerta de Río, recorre toda el adarve norte. El resto de la muralla no está accesible, al menos de momento ¡esperemos que la restauren pronto para poder girar y girar!


Una vez visitado el adarve de la muralla no podemos dejar de recorrer su perímetro por extramuros. Comenzaremos desde la Puerta del Alcázar y continuaremos por el Paseo del Rastro en la dirección de las agujas del reloj.
El Paseo del Rastro es muy transitado y casi todos los locales que nos encontremos durante el recorrido será aquí. Un buen sitio para conocer el atardecer abulense a un precio ajustado.


Por la noche el paseo es muy tranquilo y nos permite practicar nuestra risa malvada (muhahahahaha) con un magnifico acompañamiento de luces. No se librará de ésta, señor Bond.



Dejamos atrás el Paseo del Rastro a la altura de la Puerta de la Santa. Aquí empezamos la bajada hacia el río Adeje. A la derecha dejaremos la Puerta de la Mala Ventura o Arco de los Gitanos, que daba acceso a la antigua judería. Ahora ésta es la parte más nueva de intramuros y no encontramos nada reseñable en ella durante nuestra estancia[3].

Los lienzos oeste y norte de la muralla están rodeados de césped, haciendo el paseo toda una experiencia golfística, de enboque en enboque. Ésta es la zona preferida de los abulenses para pasear a sus mascotas ¡no os extrañéis si algún perro corre prado arriba a por vosotros!

El lienzo norte presenta dos arcos, el Arco del Carmen (con acceso al adarve de la muralla) y el Arco del Mariscal. Ambos nos dejan de nuevo en la zona antigua de la ciudad.


Los Cuatros Postes

Aunque la gastronomía y la calidez del casco antiguo nos anima a quedarnos intramuros (nunca se sabe quien puede estar acechando allende los portones) no podemos dejar de admirar Ávila desde lejos, a vista de conquistador. Para ello la mejor opción es abandonar la zona de seguridad por la Puerta del Río, atravesar el puente sobre el río Adeje y ascender, siempre atentos a nuestras espaldas[4], hasta Los Cuatro Postes. Desde aquí disfrutamos de las murallas y la judería, ya que la inclinación del terreno deja la torre de la Catedral como única señal del casco antiguo.


El mirador de los Cuatro Postes con Ávila al fondo ¿y dices que ahora tenemos que volver?
Hay que ser un tipo muy duro para llegar hasta aquí... así que supongo que lo mio ha sido simple suerte.



Suspiros del románico

Ávila cuenta con una excelente colección de iglesias románicas. Por supuesto no visitamos todas, pero sí hicimos un recorrido por las más importantes[5]. Empezamos retrocediendo nueve siglos...
… con la visita a la Basílica de San Vicente (2€, gratis los domingos). Se sitúa extramuros, como todas las iglesias que vamos a visitar, y es lo primero con más de cien años de antigüedad que veremos al venir desde la estación de autobuses, como diciendo “bienvenido, ahora de verdad, a Ávila”. Eso sí, el empedrado de la plaza no hace nada agradable el caminar con maletas.



El pórtico de la Basílica de San Vicente. Una de las torres quedó inacabada y podemos ver parches posteriores en el edificio. Lo que más me gusto en todas las iglesias románicas fue el tono rojizo/anaranjado de la sillería. Este material, denominado “piedra caleña”, es común en la zona y dota a las iglesias abulenses de una personalidad propia.

Pórtico de la Iglesia de Santo Tomé “el Viejo”, ahora parte del Museo Provincial. Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que desde su construcción en el siglo XII esta iglesia no había contado con un elemento decorativo tan llamativo y azul como yo. Ahora podemos empezar el debate de si soy un esbelto fuste de perfil románico o más bien una gárgola de corte medieval.



La Catedral del Salvador, construida en el siglo XI, es la primera en introducir el gótico en España y aún es evidente la influencia del románico en el rigor de sus formas.

A falta de gorgonas, no hay nada como mirar directamente al Sol para quedarse de piedra.

La Iglesia de San Pedro, que lleva mirando hacia la Puerta del Alcázar desde el siglo XII, corona la Plaza de Santa Teresa o del Mercado Grande. Como no, un monumento a la Santa se alza en el centro de la plaza más concurrida de extramuros.


Al fin un momento de tranquilidad en la iglesia de San Pedro. Bueno, lo sería si el pesado de turno no se dedicara a sacar mil y una fotografías[6]. Sí cariño, estoy hablando de ti...


En la parte trasera de la iglesia de San Pedro hay un pequeño parque en el que sentarse a ver la tarde pasar. Está por ver si también es un lugar para ver pasar una noche de botellón.



Entre santos anda el juego

Aún no siendo religiosos, y más gracias a las clases de filosofía y literatura, reconoceremos a los dos santos más famosos de la ciudad: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.


¡Santa Teresa, mira! No sé si es una aparición divina o extraterrestre... supongo que depende desde que siglo lo mires.

San Juan de la Cruz, por favor, que baje la prima de riesgo española y que el BCE ajuste su tasa de interés aún a expensas de la inflación[7].

Monasterio de la Santa, situado en la plaza homónima[8] y flanqueado por la puerta homónima en la muralla. ¿Alguna duda sobre el nombre del museo situado en la cripta del convento? ¡Y qué me decís de Murallito! Emblemático como el que más, este tren turístico sale de la plaza de San Vicente y tiene precios especiales para niños de más de 60 años.


Alejado del casco histórico de Ávila nos encontramos con el Real Monasterio de Santo Tomás. Además de su labor eclesiástica, el recinto fue palacio de verano de los reyes católicos.



Lo más destacado del edificio son sus tres claustros, cada vez de mayor perímetro (3.5€). El primero, sobrio y ajado, es el claustro de las Novicias. Un excelente punto para abstraerse del mundanal ruido y atender a lo que nos cuenta la audioguía.
El segundo es el claustro del Silencio, el cual, además de permitirnos el acceso a la iglesia, nos regala el concierto de un enjambre de avispas. Todos en silencio para que no nos detecten...


El claustro de los Reyes es el último y más extenso, además del mejor conservado. Cuestión de prioridades, supongo.


Pero no sólo de meditación y ayudar al prójimo podía vivir Ávila en la dura época medieval. En el siglo XII, una vez asentada la ciudad tras la reconquista, Ávila era conocida en toda Castilla y parte de Leon por sus trileros, sus zonas de juegos y sus casas de apuestas. Para no suscitar sospechas, los distintos gremios de lo lúdico levantaron cruces en sus lugares de influencia y reunión. Por supuesto, cada una de estas cruces contaba con un símbolo característico. Aún hoy podemos ver en la ciudad la Cruz del Trívial (izquierda) o la Cruz del Jackpot (derecha). Tiempo después, durante el siglo XVI, los autoridades lograron desplazar a los capos del juego extramuros, concretamente a la vega del río Adeje. Algunos de ellos emigraron entonces al nuevo mundo en busca de nuevas oportunidades y jugadores incautos, y acabaron fundando una pequeña ciudad en medio del desierto que llamaron “Las Vegas” en recordatorio de su lugar de origen. El resto, es historia[9].



Andar, andar; comer, comer

Tanto monumento, visita y paseo sin duda abrirá nuestro apetito y potenciará nuestra sed. ¡Y qué mejor forma de resarcir a nuestro cuerpo que a base de recorridos gastronómicos! Un lugar ideal para comenzar la visita, sobre todo si el día es soleado, es la Plaza Mayor (o del Mercado Chico). Aquí tenemos acceso directo a varias terrazas y bares.
Panorámica de la Plaza Mayor de Ávila. A la izquierda se alza la Iglesia de San Juan, mientras que a la derecha está el edificio del Ayuntamiento. Este será el comienzo de nuestra ruta por la gastronomía de la localidad.


Justo a nuestra espalda se encuentra las calle Comuneros de Castilla, plagada de restaurantes y bares de tapas. No dejéis de probar las patatas revolconas (denso plato a base de patata y pimentón acompañado de torreznos), el chuletón de Ávila y las judías de El Barco (acompañadas de chorizo y tocino). A destacar el Mesón Gredos y el bar 1966 Mangas.


Judías de El Barco y Chuletón en el Mesón Gredos. 15€ el menú con agua y vino incluidos.
En la calle de los Reyes Católicos destaca el restaurante del mismo nombre. Comida de calidad e ingenio a buen precio (unos 25€/pax), ideal para esa comida especial de cumpleaños[10]. Ya en extramuros, entre la puerta de la Harina y la del Alcázar, encontraremos también varios locales.

Y nada mejor para terminar la comida que un buen postre. Aquí (y en vuestra maleta) no pueden faltar las yemas de Ávila. A base de huevo, azúcar y limón, estas dulces pelotas de ping pong están en todas los menús y confiterías de la ciudad. Para disfrutarlas tranquilamente nada mejor que acompañarlas con un café en Porta Coeli, mientras que las cajas para regalo podemos adquirirlas al lado, en la pastelería Chuchi (2.5/3.5/4.5€ la caja de 6/8/12 unidades; más baratas que en el Mercado Grande).

Tras tres días de románico y yemas llegó el momento de regresar a casa. Un viaje de hora y media si nuestro destino es Madrid, pero un poco más largo si tenemos que volver a Marsella. Un tiempo extra ideal para pensar en el siguiente estreno de CINEMA.

[1] Una imagen clásica en la vuelta a España es la subida a Ávila por el adoquinado y sus vistas a la muralla. Lástima que la dureza de la cuesta no les permita a los ciclistas (y a algunos viandantes) disfrutar del marco.

[2] Aunque este es el verraco más evidente de Ávila, llegamos a ver otros tres más en diferentes zonas y edificios. ¡Pero hay muchos más esperando a que los descubráis! Ya tenéis tarea para vuestra visita.

[3] Uno esperaría al menos recintos hoteleros, pero todo lo que vimos fueron casas y bloques de pisos nuevos. Así que cuando hablamos del casco antiguo de Ávila nos referimos a la zona intramuros al este de la Puerta del Rastro. Diversión concentrada, cervezas rápidas.

[4] Tan sólo tenemos que seguir las flechas amarillas del Camino de Santiago. Bueno, de una de sus muchas ramificaciones, en este caso el camino del Sureste. Este ramal comienza en Alicante y alcanza al Francés en Astorga, pasando por Albacete, Toledo, Ávila y Benavente.

[5] O lo que es lo mismo, las más evidentes. Seguramente pasamos por delante de casi todas en nuestro deambular por la ciudad, pero llega un momento en el que el románico pasa a ser ruido de fondo y sólo las iglesias más llamativas acaban captando tu atención. En este caso es una lástima la gran capacidad de adaptación del ser humano.

[6] Carol: “¡Siempre me sacas en todas las fotos! ¿Qué pasaría si algún día terminamos, que harías con ellas, eh?”
Trimurti: “Destruirlas. Por si acaso siempre hago dos fotos, una contigo y otra sin ti”.

[7] Aunque éste sería el deseo normal de cualquiera, creo que Carol está centrando sus rezos en un jugoso premio de la lotería. ¡Disidente!

[8] No confundir con la Plaza de Santa Teresa (Mercado Grande). Los homenajes están bien, pero hay que saber cuando parar...

[9] Por supuesto la versión oficial dista mucho de esta invención, pero gracias a internet es posible que alguien la tome por correcta, la copie en algún trabajo de instituto y tenga una bonita anécdota que contar en el futuro. Moraleja: ¡las notas al pie están para leerlas!

[10] Como la que disfrutamos el día 16 para celebrar con retraso el cumpleaños de Carol.