20/1/11

RIO DE JANEIRO (BRAGAS09)




Uno termina la tesis en julio y se plantea ¿que hago con un agosto totalmente libre? La respuesta: participar en un congreso. Y el escogido en esta ocasión fue, ni más ni menos, que la reunión general que celebra la IAU (International Astronomical Union) cada 3 años. El lugar: Rio de Janeiro, proyecto de ciudad olímpica en ese momento. Así nace el proyecto BRAGAS09[1] y ésta es la crónica de las aventuras de un grupo de astrónomos en Brasil.

El vuelo desde Madrid al Aeropuerto Internacional de Galeão de Rio de Janeiro dura 10 horas. A la salida de la terminal nos encontramos rápidamente con la humedad, un puesto “oficial” de cambio de moneda y cinco puestos de compañías de taxis/alquiler de coches, en las cuales cinco amables señoritas acosan al recién llegado con el reclamo sireno del “más barato que ninguno”. En estas compañías, además, también cambian moneda, en ocasiones a mejor relación que el puesto “oficial”. Si perdéis un par de minutos en preguntar podéis ganar bastantes reales brasileños (R$) para caipirinhas[2]. Como eramos un grupo grande alquilamos una Van de 13 plazas para llegar hasta nuestro hotel, en Copacabana, por 180 R$. Como dato el precio por taxi (no por persona) hasta Copacabana era de unos 80 R$. De nuevo, y durante todo el viaje, la clave es armarse de paciencia, preguntar y ser firmes en nuestras decisiones.

Como siempre que el viaje es a un congreso la mejor forma de resumir la visita es por áreas temáticas, ya que uno aprovechas las pocas horas del día (y las muchas de la noche) lo mejor que puede. Pero antes de comenzar con la “Samba”, terminemos rapidamente con la parte de “Galaxias”.
Astrónomos a la entrada del Centro de Convençoes SulAmérica (patrocinado por ING), lugar de celebración del congreso. Aunque no lo creáis pasamos la mayor parte del día ahí dentro.



Copacabana e Ipanema

Decir Rio de Janeiro es decir Copacabana e Ipanema, dos de las playas más famosas del mundo. El congreso se celebraba a 30 minutos en metro de estas dos fantásticas playas urbanas pero... ¡a quien vamos a engañar! No hay duda de que nuestro hotel iba a estar en primera línea de playa, en este caso en el Miramar Hotel, situado en el mismísimo puesto 5 de Copacabana[3].

Panorámica de la praia de Copacabana. Pescadores y bañistas comparten la línea de playa con (por desgracia) hoteles y palmeras. La orografía de la ciudad simpre nos regala verdes colinas al fondo.



Amanece en Copacabana. La playa está desierta excepto por los corredores matutinos. Qué maravilla el teselado del paseo con esta luz.

A media mañana, sin embargo, la playa rebosa vida y caipirinhas. ¡Vamos a admirar el teselado del paseo de cerca! Y, de paso, nos podemos dar un baño...

Copacabana e Ipanema están siempre llenas de garotas (con su tanga de hilo), de cariocas (jugando el volley-playa, al fútbol-playa o al ligue-playa), de turistas (intentando hacerse pasar por cariocas para evitar a los vendedores) y, por supuesto, de vendedores ambulantes (que detectan al instante a los turistas que se hacen pasar por cariocas). Estos vendedores tienen de todo: toallas, bolsos, gafas, comida, bebida, abalorios varios... y muchos de ellos son inmigrantes de América latina[4]. Lo más importante es ser firme con el NO si nuestro interés es nulo y con el REGATEO si tenemos algo de interés. Lo ideal es pedir el precio que estés dispuesto a pagar y, si el vendedor no cede... ¡tranquilo! La estadística dice que en menos de 20 minutos otro, con similares productos, volverá a tenerte como presa. Mención a parte merecen los menores que hay en la zona, también agobiantes, y que se dedican a pedir dinero. Mi punto de vista es que dándoselo estamos alentando a las mafias para que sigan teniendo menores en la calle acosando a los turistas.

Después de darnos un bañito en el Atlántico, que siempre golpea Copacabana e Ipanema con generosas olas, no hay nada mejor que dar un paseo... en busca de un sitio donde tomar algo. Toda la playa está salpicada de puestos en los que comer y beber, y los hay de diferentes niveles: están los más exclusivos, los de nivel medio y los más cutres. Estos últimos son los nuestros. Suelen ser los amarillos patrocinados por cervezas, como Skol o Itaipava. Ofrecen cocos y caipirinhas[5] a bajo coste (4 R$), y comida a base de fritanga en plancha negra: sardinhas fritas, papas, camarones y bolinhos de bacalao. Ahora ya estáis preparados para apreciar las escenas típicas de los turistas en Copacabana.
Escena típica número uno Turista haciendo topless en Copacabana con una Skol y un vendedor ambulante al lado. Todo aderezado con familia numerosa, patriarca al frente, de fondo.

Escena típica número dos Turistas tomando cocos y pescaitos fritos en uno de los puestos Skol de Copacabana. No os dejéis engañar, las caipirinhas vienen de camino. ¡Admiremos todos el teselado del paseo!

Escena típica número tres Cariocoas jugando el volley-playa en el puesto 5 de Copacabana. Al fondo el Pão de Açúcar y a la izquierda el eclipsante teselado del paseo. Ni os imagináis como se siente uno al pisarlo...


Caminando por el maravilloso teselado de Copacabana en dirección sur y tras atravesar una zona de edificios, llegamos hasta la praia de Ipanema. Una de las cosas más sorprendentes es que, cuando los tangas locales pasan a tu lado, la melodia de “La Garota de Ipanema” suena de fondo. Ipanema nos ofrece los mismos detalles que Copacabana, a excepción de su orientación y de Arpoador, una pequeña zona de surfistas situada al principio de Ipanema y que abarca unos escasos 30 metros. Parece ser que Rio no es el mejor sitio para hacer surf.
Vista panorámica de Ipanema, con los complejos hoteleros en primera linea de playa, el Morro Dois Irmaos al fonto y un carioca local, siempre atento a los vaivenes de las olas y (principalmente) de las garotas. ¿Qué estará mirando con tanto interés?

Ahora entiendo la fija mirada de nuestro carioca. El paseo las lleva hasta la praia de Leblon, prolongación de Ipanema, y hacia la fabela de Vidigal. Sin duda Leblon es un lugar excepcional para comenzar el paseo de regreso.

La soledad del surfista en Ipanema. Al fondo las despobladas islas Cagarras.


Un relajado paseo[6], tomar el Sol, darse un bañito, tomarse una caipirinha (otra vez), admirar a las morenas locales... para todo ésto y mucho más dan las dos playas más conocidas de la ciudad. Y una vez cargadas las pilas, nada mejor que visitar los monumentos más emblemáticos de Rio.


El Cristo del Corcovado

El Cristo Redentor, situado en la zona más alta del cerro del Corcovado (713 metros), es el símbolo del Rio de Janeiro del siglo XXI. Denominado una de las 7 nuevas maravillas del mundo moderno[7], esta imponente escultura tiene 30 metros de altura y un sobrepeso de 635 toneladas métricas[8].

El cerro del Corcovado se encuentra dentro del espacio natural del Parque Nacional de Tijuca, por lo que no podemos acceder al Corcovado con vehículo propio. La entrada del parque se situa a un par kilómetros del Cristo: tras pagar la entrada (13 R$) nos acomodamos en una de las furgonetas del parque, que suben y bajan a los turistas a un mareante ritmo (tanto en cifras como en curvas). Para llegar a la entrada del parque nosotros decidimos tomar un taxi desde el hotel. Pactamos un precio de 100 R$ por taxi, incluyendo ida, vuelta y la espera durante la visita. Disfrutad el paseo a toda velocidad[9] y no dejéis de admirar a los ciclistas que os crucéis durante la ascensión. Otra opción, mucho más auténtica, es utilizar el tren del Corcovado.

La cantidad de gente que visita el Cristo es agobiante. Pero tranquilos: siempre aparece un hueco para hacernos todas las fotos típicas que queramos.


Un día de estos el Cristo se cansará de que la gente haga el tonto (claro ejemplo a la izquierda) o de que no le tomen en serio como icono de reflexión cristiana (claro ejemplo a la derecha). Ese día, cual Stay Puft en los cazafantasmas, empezará a repartir collejas. Y el momento de dos brazos de 30 toneladas es como para ponerse serio.

Pero basta ya de mirar hacia arriba y disfrutemos las estupendas vistas de Rio y sus playas... ¿otra vez pensando en caipirinhas? Veo que ya sois unos cariocas más.
El Lagoa Rodrigo de Freitas y el barrio de Ipanema. En este lago se disputarán las competiciones de vela y remo de los JJOO de 2016[10]. Siempre al fondo, las islas Cagarras.

Tras esperar pacientemente (codo, codo, codo) nuestro turno en el mirador (pesadilla de gente, ¿tanto tiempo necesitan?) disfrutaremos de las espectaculares vistas del Pão de Açúcar (¡al fin!) y la praia de Botafogo (sí, un par de miles de fotos más y ya le dejo el sitio... serán impacientes). Ya no queda ninguna duda de por qué el apodo de “La ciudade Maravillosa” (ya está bien con el codito, ¿no?). ¿Nos damos una vuelta por allí? (todo vuestro... ¿contentos?).




Pão de Açúcar

Aunque nosotros hicimos la visita en dos tardes se puede trazar un magnífico plan para un día. Lo primero es llegar hasta praia Vermelha. Lo mejor es hacerlo en taxi, ya que la parada de metro más cercana (Botafogo) queda a un paseo nada agradable por Urca y sus carreteras.
El Pão de Açúcar desde praia Vermelha. La arena es más oscura que en el resto de playas de Rio, de ahí su nombre (prefiero creer que la razón es esa y no la presencia, durante varios siglos, de un fuerte de defensa en esta posición).


Tras la relajación llega la hora de comer. En Brasil podemos encontrar 4 tipos básicos de locales:
  1. El Restaurante. El de toda la vida, donde pides tu plato/menú, tú bebida, tu postre y tu café y pagas el precio establecido. En la zona de Copacabana están por toda la línea de playa a unos 35-40 R$.
  2. El “al kilo”. En esta ocasión tenemos buffet libre de arroz, judías pintas, carne en espada (picanha[11] y coranzones de pollo incluidos), fruta, ensalda, sushi, etc. Ponemos lo que más rabia nos dé en un plato y un amable dependiente nos pesará y apuntará el precio de nuestra selección en una hojita, donde también nos marcarán las bebidas. Limpiamos el plato a dentelladas. Repetimos la operación una y otra vez. Al final pasamos por caja y pagamos por lo comido (25 - 30 R$/kilo) y bebido. Lo bueno es que pagamos lo que comemos, así que los días de gula sarán más caros que los de frugales bocados, pero en todo caso baratos (menos de 30 R$).
  3. La churrascaria/rodizio. En este caso pagamos por adelantado la comida (como siempre, la bebida a parte), y un amable señor con carne asada a fuego lento y ensartada en una espada nos ofrecerá toda clase de cortes... hasta que no podamos más. Estos restaurantes son caros (unos 50 R$), pero la calidad es mucho mejor que en los “al kilo”.
  4. El puesto callejero. El más barato (2-3 R$ la unidad). El más arriesgado. Ideal para tomar algo en la playa o para matar en hambre con unas empanadillas rellenas ricas en grasas saturadas.



Para bajar la copiosa comida lo mejor es cruzar la playa y adentrarse en la Mata Atlántica[12] por la Pista Claudio Coutinho. Las lianas, las plantas exóticas y los monos, mucho más agradables si tenéis comida entre las manos, harán las delicias de todos.

Para terminar el día, el plato fuerte: la subida al Pão de Azucar. La subida se realiza en teleférico (bondinho en portugues), operativo desde 1912. El teleférico tiene dos tramos, con un paseo de unos 5 minutos entre estación y estación. El ticket cuesta unos 45 R$ y podéis pasar todo el tiempo que queráis arriba, a 396 metros sobre la praia de Botafogo. Un tiempo necesario, ya que hay que cargarse de paciencia para lograr un buen sitio a base de (otra vez) codos y empujones. Una vez en vuestro sitio sólo queda disfrutar de las maravillosas vistas de Rio de Janeiro y su atardecer.
Vista del Pão de Açúcar desde el Morro da Urca, a 220 metros de altura. Al atardecer la condensación hace aparecer las nubes, poniendole emoción e intriga a las esperadas vistas.

Copacabana, Botafogo, el Corcovado, Urca... todos despiertan a la noche de Rio de Janeiro (pasa el cursor por encima de la imagen). ¡Es la hora de la samba!



El barrio de Lapa

El barrio de Lapa y su avenida principal, la Mem de Sa, son el centro neurálgico de la vida nocturna de Rio; samba, cerveza y ¡caipirinha! La caipirinha es la bebida típica de Brasil. Para hacerla sólo necesitáis limas, azúcar, hielo picado y cachaça, a su vez el licor típico de Brasil. ¿Ya tenéis todos los ingredientes? Bien. Para entrar en ambiente mientras la preparáis podéis escuchar algo de música brasileña[13]. Terminaremos aderezandola con una pajita para evitar la cachaça de la parte superior y la consiguiente cara de “ésto está muy cargado, pero aún así me lo tomo”.
Pues así todos los días, siempre caipirinha en mano.


Pasamos por Lapa varias veces y siempre parecía una ciudad distinta. El domingo por la tarde, tras una decepcionante visita a la zona centro[14], nos encontramos con una bervena en el cruce de Mem de Sa y Gomez Freire. La caipirinha (7 R$), la cerveza (en botellas de 630 ml, 4 R$), la comida de los puestos (3 R$), la música y los bailes, la esencia del verdadero Rio; hicieron de la noche una experiencia inolvidable. Tanto que las chicas del grupo se tatuaron un bonito motivo y la leyenda BRAGAS09 en la muñeca. Con henna, sí, pero el detalle es lo que cuenta.

Uno de los sitios de moda en Rio, al menos durante nuestra visita, era el Rio Scenarium. Un local de varios pisos con música en directo y una peculiar ambientación. El día de conocerlo es el jueves, ya que la entrada es gratis y hay mucha más gente.

Las féminas con su estupendo tatuaje conmemorativo de BRAGAS09 y su eterna caipirinha. ¡Y eso que sólo estamos al principio de la noche!


Los viernes y sábados podemos disfrutar de Lapa en la calle. En los Arcos de Lapa, comienzo oficial de la zona nocturna, encontraremos decenas de puestos de comida y bebida a precios más que razonables, sobre todo porque algunos locales aprovechan a cobrar entrada durante el fin de semana. Una experiencia para vivir Rio a ritmo de samba. Por último, si lo que buscas es algo más tranquilo y exclusivo, los locales de Leblon[15] son la elección acertada.


El Sambódromo y Maracanã

El recinto donde se celebra el famoso carnaval de Rio y el estadio donde se disputará la final del mundial de 2014. Paradas obligatorias para los amantes de la fiesta y el fútbol, como yo... aunque, siendo agosto, no había ni lo uno ni lo otro, lo cual justifica que no visitara ninguno de los dos. Bueno, eso y la falta de tiempo, que la mayor parte del día la pasaba en el congreso (sí, ¿os acordáis? Era por eso que estaba en Rio). Además, así ya tengo una excusa para volver un febrero/julio cualquiera.

Y hasta aquí la crónica de la “ciudade maravillosa”, desde la cual me despido de vosotros...
... mientras disfruto de un buen par de cocos.



[1] BRAGAS09: BRAsil, GAlaxias y Samba 2009. Un fructifero viaje de trabajo con su correspondiente ración de turisteo por Rio de Janeiro y alrededores.

[2] Nuestro cambio fue 1€ ~ 2.5 R$, por supuesto mucho mejor que el cambio que podéis encontrar en España. Moraleja: deja para Janeiro lo que quieras cambiar hoy.

[3] Los puesto de Copacabana e Ipanema, numerados del 1 al 6 y del 7 al 10, respectivamente, sirven como lugar de encuentro de diferentes grupos. Al menos eso dicen en las guías porque, quitando la zona de deportes, yo fui incapaz de ver algún grupo en concreto. En todo caso escoged vuestro número preferido y ¡a disfrutar!

[4] Recuerdo con cariño a uno de ellos, de Venezuela. Hacía/vendía pendientes y nos “regalo” uno con la forma de nuestra inicial a cambio de un par de cervezas. Así evitamos un intermediario porque, para que engañarnos, el dinero habría acabado igualmente en su gaznate.

[5] Sé que lo estáis deseando, pero aún no es el momento de centrarme en la bebida.

[6] Para los que prefieran las bicicletas a caminar, la ciudad cuenta con un sistema de alquiler de bicicletas.

[7] El mecanismo es sencillo: te inventas una lista de lo que sea y los internautas se dedican a votar para que su aspirante preferido (normalmente el de su país) quede entre los primeros. Esto suele dar lugar a votaciones masivas, lo cual aporta jugosos dividendos en publicidad a los organizadores de un evento sin ninguna validez oficial.

[8] Para los que conducen por la izquierda: estamos hablando de 100 pies y 700 toneladas cortas.

[9] En el Rio diurno el volumen del tráfico hace que los taxistas no puedan recrear su más admirado evento deportivo. ¿El mundial? Sí, pero el de Formula 1. Con la caida del Sol el circuito urbano de Rio se llena de Massas, Barrichelos y Nelsinhos. Abrochaos bien los cinturones...

[10] Juegos en los que Madrid se quedó a las puertas. Como conocedor de ambas ciudades, y sintiendolo mucho, para mi Rio era una candidatura más atractiva. Además... ¡todos sabiamos que dos veces seguidas en Europa no iban a ser!

[11] La picanha es la carne más característica de Brasil y no podéis dejar de probarla junto a una cerveja bien fría. Eso siempre que tengan en el fuego: ¡hay que estar atento, que todo el mundo está pendiente de la picanha!

[12] Aunque la selva Amazonica es la más conocida, la Mata Atlántica es un tipo distinto de selva tropical que ocupaba una gran extensión de Brasil. Ahora, sin embargo, sólo queda un 10% de ese área. Esperemos que los proyectos de recuperación nos permitan disfrutar de ella muchos años más.

[13] Mis conocimientos sobre música brasileña son tan vagos como los referentes a mujeres y se resumen en Carlinhos Brown, la banda sonora de la fantástica película “Brazil” y la lambada. Sobre todo la lambada.

[14] Nada recomendable en esos horarios: todo estaba cerrado y no había un alma por las calles. Ni siquiera los asaltantes de turistas, sin duda concentrados en lugares más productivos.

[15] Parafraseando a un taxista: “En Leblon hay pijos, en Ipanema maricas y en Copacabana están las putas”. Ahora que cada uno se acerque a su barrio preferido.

BRASIL


Ver Brasil en un mapa más grande.

Brasil, independizado de Portugal desde 1825, ocupa casi la mitad de América del Sur y tiene frontera con todos sus países, exceptuando Chile y Ecuador. La costa este de Brasil está bañanada por el Océano Atlántico y su idioma es el portugués. Aquí tenéis más información sobre Brasil.

Brasil es enorme y en este viaje de ocio-trabajo sólo pude visitar su zona sur. De momento, y a falta de nuevos destinos, disfrutad de...

RIO DE JANEIRO (RJ)
Rio de Janeiro
Paraty
Ilha Grande

PARANÁ (PR)
Cataratas de Iguazú

15/1/11

BOLONIA

IX MASSIV Workshop
3 - 7 de noviembre 2010, Bolonia


Recientemente he pasado a formar parte del proyecto MASSIV[1], y que mejor forma de conocer los entresijos del mismo que participar en una reunión del grupo. Esta vez la reunión fue en Bolonia, así que veamos que tiene que ofrecernos esta ciudad del centro de Italia.

Tras salir de Marsella a las 7:00 y hacer una parada en Lyon, varios integrantes del grupo (algunos de Marsella, otro de Toulouse) llegamos al Aeroporto Gugliermo Marconi. Este pequeño aeropuerto está situado muy cerca del centro de la ciudad. Los autobuses (5€) pasan cada 15 minutos y tardan unos 20 en llegar a la Via dell'Indipendenza, donde hay varias paradas. Si preferís tomar un taxi, el precio es de unos 20€ hasta el centro.

Podría dar detalles de la reunión, pero seguro que estáis más interesados en conocer esta ciudad universitaria de 400 mil habitantes[2]. El mejor punto para empezar la visita es la Piazza Maggiore, donde se encuentran el Palazzo d'Accursio (centro), el Palazzo del Podestà (derecha), el Palazzo del Banchi (a mi espalda), la Basilica di San Petronio (izquierda, fuera de la foto, y actualmente el obras) y el Palazzo del Notai (fondo a la izquierda).

El Palazzo del Notai y el d'Accursio a las 2 de la tarde de un día nublado.
En la Piazza Maggiore también está la Fontana del Nettuno[3], punto clásico de encuentro de los universitarios boloñeses y de los artistas callejeros, tanto malabaristas como tragafuegos.

Pd: Tia, ¡que te llevo esperando desde las dos y ya es de noche!
Dejando la Piazza por la Via Francesco Rizzoli llegamos a las dos torres[4], Garisenda (izquierda) y Asinelli (derecha), vestigio de las 80-100 torres que poblaban Bolonia en los siglos XII y XIII. La entreada a la torre Asinelli está en la fachada derecha y cuesta 3€. La subida es espectacular y no apta para gente con vértigo: la torre está hueca y las escaleras de madera suben pegadas a las paredes, dejando un hueco central por el que ser testigos de la altura que vamos tomando. Tras 498 escalones, alcanzamos los 97.20 metros de altura. Una vez arriba las vistas de la ciudad merecen la pena, aunque la bruma parece ser otra cosa típica de Bolonia, evitando ver el horizonte incluso en días claros.
Tras bajar la torre[5] es hora de dar un paseo por la zona del mercado. Hay muchas tiendas con todo tipo de alimentos de la región y podemos degustar el “prosciutto”, la mortadela y el “parmigiano-reggiano” en alguna de las terrazas de la zona. A destacar Tamburini, siempre lleno y con buenos productos locales. ¿Y que hay de los espaguetis a la boloñesa? Como si de tortilla francesa o ensaladilla rusa se tratara, aquí no los llaman así, sino “tagliatelle al ragu”. Aunque en los menús siempre hay otros platos maravillosos[6] probé los tagliatelle en un par de sitios. Tras un segundo de ave asada, ya sea pollo o pato, mi postre preferido era media piña. Para todos los demás, panna cotta y tiramisú.
Tras la comida lo mejor es dar un paseo por Bolonia. Si por algo destaca la ciudad es por sus soportales: kilómetros y kilómetros de ellos permiten a los boloñeses olvidarse del agua en los días de lluvia.
Paseando llegaremos a la Basilica di San Domenico. Lo más destacado son las tumbas callejeras de su plaza: no hay nada más relajante que saber que al lado de la pared de tu habitación hay una tumba medieval.

En algún momento visitaremos la Basilica di Santo Stefano, también conocida como “las siete iglesias”. Cuando caminamos por su interior nos damos cuenta de que, efectivamente, se trata de varias iglesias, sepulcros y patios pegados uno al lado del otro.

Planta de la basílica. A pesar de los diferentes estilos y fechas de construcción, ningún elemento desentona. A destacar...


... el Cortile di Pilato, desde el cual tenemos vistas del resto de la Basílica y que tiene entrada a cuatro iglesias y un patio. La más interesante es la Basilica del Sepolcro, a la derecha, que con su planta octogonal es la más antigua del complejo (1141).
Interior de la Basilica del Sepolcro. La mayor parte del tiempo el recinto está a oscuras, y, cuando de repete se enciende la luz, te sientes como un estúpido por haber hecho las fotos sin flash, con exposición larga y un tembloroso pulso. Y para que conste, aquí tenéis la instantanea.
Ya sea mañana, tarde o noche, sólo los más intrépidos podrán visitar San Lucca, una iglesia situada en lo alto de una colina en las afueras de la ciudad.
El paseo comienza en el Arco Bonaccorsi. El semaforo, permanentemente en rojo para los peatones, es el primer aviso. El segundo, en la información del arco, deja bien claro en su última frase que “el soportal tiene una longitud de 3500 metros”. El tercero y último, la visión de arcos y arcos sin fin. ¡Pues a San Lucca!
A mitad de camino llegamos al Arco Meloncello, en el cual empiezan a contar los 687 arcos que nos llevan a San Lucca. Por supuesto siempre hay algún que otro indigno que hace el trayecto en coche.
Y continuamos subiendo, arco tras arco.
Durante el trayecto nos cruzaremos con la gente que baja, bastante contenta, por el poco esfuerzo que cuesta ahora el viaje: cualquiera sentiría que San Lucca le ha insuflado fuerza...
San Lucca al final de los seiscientos y pico arcos. Bolonia está justo detrás, fuera de nuestro alcance[7].

A la vuelta de San Lucca tendremos hambre, así que lo mejor es acercarnos a la Via del Pratello. Allí encontraremos buenos restaurantes, como la osteria Il Rovescio o la trattoria Fantoni, y pubs para después, como Pratello o Macondo[8]. Ciudado con la "grappa" y el "amaro", sobre todo al día siguiente.

Y así pasó la semana, entre galaxias y turismo. La vuelta, vía París, no fue tan intensa como la noche del último día... pero no por la fiesta o el jolgorio, sino porque casi no puedo saldar mis deudas con el Hotel Accademia. Revivamos la secuencia de los hechos: mi intención era pagar con la tarjeta francesa, pero tras varios intentos denegados decidí pagar con la española. También denegado. Paseo al cajero para así pagar en efectivo... ¡pero también me deniega la retirada! Aquí ya empezaban los nervios. Volví al hotel e intentamos con la tarjeta un par de veces más. Nada. Subí a la habitación: sólo tenía la mitad del importe y al día siguiente tenía que ir al aeropuerto en taxi, ya que el avión salía a las 7 de la mañana. Ahora sí que estaba acojonado. Bajé de nuevo a recepción y me conecté para ver el estado de mis cuentas. En la española no había suficiente dinero (sólo la mitad) y la francesa... ni idea de que pasaba con ella. Pero bueno, podía pagar la mitad con tarjeta y la otra mitad el efectivo e ir al aeropuerto en autobús.... ¡con la pereza que da eso a las 5 de la mañana! Los nervios se iban calmando. Y de repente, y sin saber de donde, el problema golpeó mi cabeza: ¡la tarjeta fracesa tiene límites, tanto de pago como de retirada[9]! Teniendo en cuenta los gastos de la semana, el dinero que saqué el día anterior y que la lluvia nunca vuelve hacia arriba... volví al cajero y pude, al fin, retirar el dinero con el que pagué gustoso el taxi del día siguiente. Día que empezó a las 5 tomando un café en la recepción con varios que volvían de fiesta. Las ciudades universitarias es lo que tienen.

Fase AGB en tres, dos, uno...


[1] Mass Assembly Survey with SINFONI in VVDS. No seais vagos y seguid en enlace, que todos los detalles entretenidos están ahí.

[2] La Universidad de Bolonia, fundada en 1088, tiene más de 100000 estudiantes en la actualidad, lo cual asegura una movida vida nocturna y ruidos en la habitación del hotel hasta las 5 de la mañana. Eso sí, del plan ni rastro.

[3] No sé si algún equipo celebrará aquí sus éxitos, pero sin duda la fuente anima a la fiesta gracias a sus evidentes mensajes eróticos.

[4] Evitaré cualquier broma fácil sobre el Señor de los Anillos, pero sus fans agradecerán el saber que no vi ni un solo orco por la zona.

[5] Practicamente todo el mundo con el que te cruzas al bajar comenta lo mismo: “ya no puede quedar mucho...” Ilusos.

[6] Las salsas a base de queso, mantequilla y leche hicieron bastante sencilla mi elección: tagliatelle o muerte.

[7] Yo esperaba unas maravillosas vistas de la ciudad. Pero mi sorpresa fue que la iglesia está plantada donde debería estar el mirador y viceversa. ¿Fallo de diseño o dislexia?

[8] Para patear la Bolonia nocturna conté con la inestimable colaboración de Teo, un compañero de mis días en Tenerife que pudo darse el salto ese fin de semana desde Milán. Quitando sus escarceos con el Parmigiano todo fue genial.

[9] A cambio no me cobran comisiones al sacar dinero en otros bancos o al hacer transferencias internacionales, lo cual se agradece cuando viajas mucho y vives en un país extrangero.

ITALIA



Ver Italia en un mapa más grande.

Italia se sitúa en el sur de Europa y fue la cuna del Imperio Romano. Para los más curiosos, aquí podeis conocer más sobre Italia y su historia.

Disfrutad de las crónicas de...