Crystall ball forever
Por la mañana realizamos un quiebro al pasado y nos situamos, de nuevo, en la cola de la exposición de Doisenau en el Hôtel de Ville. Tras un rato de tensa espera temiendo que el destino volviera a hacer de las suyas, logramos entrar y disfrutar del arte urbano de este gran fotógrafo. Un deleite para la vista y un redescubrimiento del blanco y el negro.
Tras las compras obligadas, una cita nos espera en la puerta de Notre Dame. Allí está Juan, un colega de la facultad y de mi primera estancia en Tenerife como becario de verano. Nos encontramos y saludamos de forma efusiva[1], disfrutando de una merecida comida en uno de los kebap de la zona.
Tras ponernos al día, decidimos dar un paseo y conocer los pocos lugares emblemáticos de París que nos quedan por visitar, como por ejemplo la Opera de París (no confundir con la Nueva Opera de París).
Galerías Lafayette. Es como cualquier gran almacén, pero con mucho más lujo (y, por supuesto, con unos precios mucho más elevados). Dos cosas a destacar: si subes a “la Terrasse”, en la séptima planta, puedes disfrutar de unas preciosas vistas de París, esta vez al nivel de los tejados. Al contrario que en la torre Eiffel, donde todo está extremadamente lejano, aquí te sientes más cercano a la ciudad[2] y París llena el horizonte.
La segunda cosa a destacar son los escaparates de la galería. En teoría estos escaparates son alegorías fantásticas mecanizadas que sirven para alimentar la imaginación de los infantes franceses en época de navidad[3]. El problema surge cuando uno intenta, con sus mejores intenciones, plasmar esa fantástica idea repleta de espíritu navideño a la realidad, ya que la mejor palabra para describir estos escaparates es “bizarro”. Conejos con cuchillos y ojos saltones cuyo único objetivo eres tú, osos cazadores con crueles intenciones amordazando a otros animalitos y toda clase de seres que, hasta ese momento, uno creia puros y afables. Realmente es un milagro que con estas influencias haya algún parisino abrazado a la cordura... ¿o realmente no lo hay?
Canales. En la zona noreste de París existe un canal cuyo curso seguimos en nuestro paseo. Además, en este canal tiene lugar una de las secuencias de Amelie[4]. Durante el recorrido pudimos ver la estatua de la republica francesa y acabamos, finalmente, en el Bassin de la Villette, una especie de lago artificial navegable con comercios muy de moda en las orillas. Por suerte, salimos de allí sin conocer el precio de un café.
Ciudad de la música. La tarde no da para más visitas, y los tres nos dirigimos a la ciudad de la música por que... ¡ya quedaban pocas horas para el concierto! Este recinto, diseñado por Christian de Portzamparc, curiosamente el mismo diseñador de la Nueva Opera de París, cuenta con varias salas para realizar conciertos, un museo, parques y paseos. Una vez allí nos dirigimos rápidamente “Le Zenith”, y en el camino nos ofrecieron entradas de reventa unas diez veces[5].
Al alcanzar la sala nos encontramos con la cruda realidad: las colas para entrar eran enormes. Sin embargo, y gracias al conocimiento en teoría de colas adquirido en días anteriores, nos situamos en el lugar más óptimo y pudimos entrar bastante rápido. Juan nos acompaño hasta donde fue posible, y nos despedimos de forma efusiva[6].
El concierto. Nada más entrar en el recinto nos dimos cuenta de que estaba prohibido fumar. Este pequeño detalle contrarió a María, pero a mi me pareció estupendo el poder disfrutar del concierto sin humos.
Tras dar una vuelta para familiarizarnos con el lugar, comer algo y comprarnos ropa del grupo (sudadera para María, camiseta para mi); nos situamos en la que sería nuestra pequeña parcela durante el concierto.
La espera era tensa y los minutos pasaban lentos. No dejaba de llegar gente y la sala acabó llenándose. Y dieron las 20:00. Y el concierto comenzó... con los teloneros. No sabíamos que había teloneros, pero animaron a la gente todo lo que pudieron. Tras este primer bocado musical, llegó el plato fuerte: Keane.
Fue genial. Saltamos, cantamos, gritamos, vibramos. Hubo momentos emotivos, ya que el cantante del grupo pasó todo el verano en una clínica de desintoxicación por problemas con el alcohol[7], y hubo momentos intensos. El sonido era muy bueno, los juegos de luces acompañaban cada canción perfectamente y solo la presencia de los dos franceses más altos de la historia delante nuestra empaña un poco el recuerdo del concierto.
Tras el concierto hicimos lo que haría cualquier fan histérico: ir a la parte de atrás del local a la espera de que saliera el grupo. Sin embargo, y debido al tremendo fría que hacía, no pudimos esperar lo suficiente para ver a Keane. Otra vez será.
Regresamos a casa de Carla (reverencia) y descansamos lo mejor que pudimos, tanto por la intensidad del concierto como por el largo regreso que nos aguardaba al día siguiente.
[1]Carlos: “¡ Qué pasa puta !”
Juan: “¡ Qué pasa gorda !”
[2] Y esa cercanía produce en ti el deseo de estar en un edificio más alto. Pero, si estuvieras allí, todo los detalles dejarían de verse y desearías estar en un edificio más bajo. Moraleja: el hombre nunca está conforme con el tamaño.
[3] Si, el viaje fue en noviembre... pero ya sabéis que cada año los centros comerciales hacen que la navidad empiece un poquito antes para aprovechar el tirón comercial. Las efemérides económicas dicen que la navidad del 2008 comienza el 28 de octubre.
[4] Las películas francesas que conozco son Amelie (evidente por mis continuas referencias), Los chicos del coro (pelicula de desbordante optimismo), La cena de los idiotas (comedia francesa, no hay más que decir), todas las de Asterix (las conozco, pero no he visto ninguna) y El quinto elemento (una de mis películas de aventuras preferidas... fue una sorpresa descubir su origen francés).
[5] Da gusto saber que, por muy improvisadas que sean las cosas y por muy tarde que llegues a un evento no gratuito, uno siempre puede acudir a la reventa y deshacerse de ese riñón que tanto le molesta.
[6] Carlos: “¡ Hasta luego puta !”
Juan: “¡ Hasta luego gorda !”
[7] Estos problemas hicieron que la gira por EEUU y Canadá del grupo se suspendiera. Y que, hasta una semana antes del concierto, no se supiera si finalmente iban a actuar. Fueron semanas de tensión y visita diaria a la web del grupo.